Desde antes del
Imperio de los incas, hasta el antiguo Perú y Bolivia. y la
existencia de pueblos y comunidades
indígenas, hoy inclusive, se encuentran
referencias concretas sobre el empleo
de suturas quirúrgicas por los
antiguos pobladores, el hallazgo de hilos y diversas variedades de agujas
encontradas nos indican claramente, el
conocimiento médico que poseían los Incas.
La historia, la medicina,
la antropología, filosofía y otras disciplinas científicas se encargaron
de mantener vivo a la cultura indígena, las costumbres y tradiciones de los antiguos pobladores de
América del sur.
Grande es nuestra
sorpresa cuando constatamos que nuestros
antepasados pudieron trepanar el cráneo,
realizada en vivo, y con signos evidentes de una larga supervivencia de la
persona.
Gracias a las
cerámicas encontradas, se hace posible
la corroboración e identificación de la existencia de prácticas médicas de los
Incas. Y el empleo de anestésicos.
Debemos de tener en
cuenta, de que los Incas sabían que el mascado de la hoja de coca húmeda y el
empleo de la llipta, era posible poner en libertad el anestésico semejante a la cocaína y usado con fines médicos.
El empleo de la hoja
de coca, se viene perdiendo en el tiempo para la aplicación y su uso, tal como lo hacían los Incas. No
descartando los otros preparados de origen vegetal.
Dicen “el
empleo de las drogas estupefacientes estaba muy repartido entre los
indígenas”; también indican que el “chamico” en pequeñas dosis, se
usaba “para producir sueño y anestesia a
los que debían ser sometidos a tormento”. Si esta concepción se ajusta a la
realidad ¿por qué no pensar y con mucha
mayor razón que se utilizó para las intervenciones médico-quirúrgicas, por los antiguos
pobladores?
El padre carlanca
dice “había notado la semejanza entre el chamico y beleño”,
refiriéndose a la manera de emplearlo, dice: “comido en grano o bebido en cocimiento, si se ha comunicado toda su
virtud, emborracha; si se ha dado más de su virtud, adormece todos los
miembros.”
Entre los archivos
coloniales, en los trabajos de los
cronistas y revelaciones históricas más antiguas, nos hablan del evidente
progreso alcanzado por los médicos del
incanato. Valorando el adelanto científico de aquella época.
Garcilazo de la
vega, en sus “comentarios reales” escribe: “los
Indios eran en el tiempo de los Incas grandes herboristas; de muchas hierbas
conocían las virtudes y transmitían su saber por tradición, a sus hijos”... ”Los
españoles hacían curar a sus heridos, con preferencia por los Indios”.
El padre José
Acosta, en su libro “historia natural y moral de las Indias”, reconoce que aún
muchos años después de la conquista, los indios
tenían conocimientos muy superiores a los médicos de profesión.
Durante el
coloniaje, los indígenas conocían
mejor que los médicos de su tiempo, las
yerbas medicinales, para muchas enfermedades y heridas se curaban sin necesidad de la intervención
del médico.
Por otra parte,
Garcilazo en sus “comentarios reales”, al referirse a sus métodos de examen médico, dice: “tomaban el pulso en lo alto de la nariz en
la junta de las cejas”..... “estando Atahualpa enfermo, en prisión, vinieron a
verlo herbolarios incas que se informaron de su fiebre, de la manera
antedicha.”
Desde los incas
hasta nuestros días todavía se mantienen
algunas prácticas de orden médico,
podemos nombrar algunos:
Cuando tenían “dolores reumáticos y abdominales se aplicaban
las vísceras calientes de la paloma y del cuy (cavia cobaya)”.
La grasa del cóndor se empleaba “para desinflamar cualquier miembro encogido por alguna enfermedad,”
El maíz fue corrientemente empleado en cocimiento con fines de diuresis y como tratamiento en
las afecciones del aparato urinario, esta práctica es ampliamente conservada en
la actualidad dentro del poblador
indígena del altiplano.
Se dice que
habían establecido para los
lactantes el horario de alimentación y nos basta citar para ello a Garcilazo de la vega, quien
al respecto dice: “la madre le daba el
pecho tres veces al día... fuera de esas
horas no le daban leche aunque llorasen,
porque decían que se habituaba a mamar todo el día y se criaban con vómitos,
sucios y con “cámaras”. (Gases). Es decir habían observado los
inconvenientes de la sobrealimentación de los lactantes.
El mismo Garcilazo
refiere que a los niños de pecho “les
curaban la fiebre” dándoles a beber un trago de orines del mismo niño.
No vamos a entrar
en mayores consideraciones sobre la medicina de los antiguos pobladores, pero
no podemos dejar de señalar muy brevemente, que dentro de sus prácticas
emplearon también diversas sustancias de origen animal, pudiendo citarse entre
ellas; El corazón fresco de una paloma, los polvos del buche de la Iguana,
empleados para la litiasis renal; la
placenta cruda o cocida de la llama, que se utilizaba para favorecer el parto;
el caldo de carne de pito (hackacllu).
Todo ello nos permite
a admitir de manera clara el empleo de
sustancias y órganos de origen animal; Desde luego, no vamos a pensar en
ningún momento que los actuales conceptos sobre medicina natural, fueran del dominio de los antiguos médicos
incas.
Los antiguos
médicos del Tawantinsuyo empleaban dichas sustancias, probablemente bajo
conceptos muy distintos a la actualidad o vinculados con sus ideas de carácter
místico o supersticioso. Cualquiera que haya sido la interpretación de la enfermedad,
podían usar estas sustancias sobre el organismo enfermo; El hecho claro es que,
su empleo estaba justificado en muchos o algunos estados corporales por la modificación favorable de
organismo enfermo, frente a la administración de diversas sustancias.
Sin embargo,
deseosos de hacer una sana crítica y aportar a diferentes trabajos de
investigación, el libro que tenemos a la
mano trae consigo una recolección de datos obtenidos
por boca de ancianos, descendientes del Tawantinsuyo, del habla aymara y quechua
que todavía mantienen vivo las
costumbres y tradiciones de los antiguos
pobladores del Tawantinsuyo.
Y para finalizar,
debemos aclarar que, en la actualidad, en pleno adelanto científico, cuando la
ciencia trata de tener respuesta para todo tipo de interrogantes, todavía
en algunos pueblos originarios se
mantienen las costumbres más
antiguas, por lo que la sociedad contemporánea los adopta
como hechos relacionados a la brujería,
acrecentando un clima de superstición entre los pobladores.
Ángel Quispe Lima.