lunes, 21 de enero de 2013

La Identidad originaria del Pueblo Argentino.


EN NUESTRA IDENTIDAD ORIGINARIA
 
Es bueno recordar que cuando se organizó nuestro país, en Argentina aún se estaba en guerra con los habitantes originarios de estas tierras.
                                        
La política entonces era, civilización o barbarie (de exterminio liso y llano implementado por presidente Roca), de avanzar sobre nuestros pueblos, la población blanca que venía de Europa (política inmigratoria de Alberdi explicitada claramente en su libro de bases)  que recogieron los constituyentes  en el artículo 25 cuando dice que: El gobierno en general fomentaba la inmigración europea.

Entonces; Europa era civilización y todo lo que venía de los pueblos indígenas era barbarie, desconociendo  la cultura, la cosmovisión   diferente de los nativos de América. Era  una política de imponer la cultura de afuera por la fuerza.

La educación pretendía la conversión al catolicismo, notemos la desigualdad jurídica hacia los indígenas en la constitución de 1853 según el Artículo 20. Los extranjeros pueden... Ejercer libremente su culto… Mientras que los aborígenes de Argentina deberían ser convertidos al catolicismo...

Obviamente, los tiempos han cambiado, los pueblos originarios de este país han conservado sus pautas culturales, sus lenguas, sus formas de organización, su religiosidad,  su cosmovisión, su identidad, así como el sentido de pertenencia a cada pueblo.

Sin embargo muchos miembros de comunidades han renunciado a sus costumbres y tradiciones, se han integrado o asimilado, perdiendo su identidad, emigrando a grandes ciudades como mano de obra barata. Al perder su identidad, han perdido su potencial, el país ha perdido un gran valioso aporte, de hecho,  los que no  perdieron conciencia indígena, o quienes recuperaron hoy se organizan, a  revitalizar su ser, se revalorizan  culturalmente y ejercen una plena participación en el quehacer nacional.

Los habitantes de los pueblos originarios han sido tradicionalmente discriminados como seres inferiores, producto de la educación y la política inmigratoria de Alberdi.

El día 10 de agosto del año 1994 bajo al recinto del congreso, surge  un texto que dice reconocer la preexistencia étnica  y cultural de los pueblos indígenas Argentinos y garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e Inter.-cultural, reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión de sus  propiedades comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan.

Entonces; El estado reconoce la existencia étnica y cultural de los pueblos indígenas Argentinos y a la vez garantiza el respeto a su identidad. En consecuencia; el reconocimiento de los pueblos indígenas como tales tiene que ver con su identidad, su cultura, su cosmovisión. Esto significa que el estado Argentino deberá efectivamente garantizar el respeto a su identidad cultural de nuestros pueblos originarios. El sólo hecho de reconocer está aceptando la negación anterior sobre la situación de los indígenas.

Justamente, lo que ha pasado en estos 518 años desde la llegada del conquistador / invasor a América del sur, ha sido esa falta de respeto y falta a la dignidad del habitante de estos territorios, esa invasión fue la destrucción de nuestras culturas, entendiendo por cultura, todo el producto de un pueblo, en este caso la pluralidad de los pueblos que habitaban.

Quienes se precian de ser indígenas, debemos de saber que: Toda aquella manifestación nacida de nuestra espiritualidad, imaginación y creatividad con el fin de relacionarnos con la naturaleza y entre nosotros mismos la cultura incluye así elementos materiales como instrumentos de trabajo, vivienda, destinando a la  elaboración de alimentos, idioma, religión,. El valor de nuestras culturas ha sido ocultado y desconocido por algunos grupos de poder dentro del ámbito universal de las culturas. A nuestra medicina la consideran brujería, a nuestra religión superstición, a nuestra historia mito, a nuestro arte por folklore,  a nuestros idiomas, dialectos, etc.

 Pero por qué es importante esta garantía constitucional? Si perdemos nuestra cultura, nuestra identidad, iremos desapareciendo, no físicamente, pero sí en lo más profundo de nuestro ser.

Si el estado no nos garantiza desde la constitución este derecho, estaríamos condenados a la desaparición, ya que se consumaría el etnocidio  o genocidio cultural. Que se empezó  en Argentina cuando se organizó el país y se sancionó la primera constitución 1853.

Debemos reconocer y proteger, los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales propios de dichos pueblos que quizás debamos contribuir para que el mundo se dé cuenta de  nosotros, los pueblos indígenas, somos los que naturalmente cuidamos la tierra y marcamos el rumbo a seguir en el planeta por nuestra propia cosmovisión del mundo.

Extracto resumen de texto de la conferencia 76

República Argentina ley 24,071 Ratificatoria del convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes.

 La 76 conferencia de la organización internacional del trabajo. OIT

Recordando los términos de la declaración universal de derechos humanos, del pacto internacional de derechos económicos, sociales culturales, del pacto internacional de derechos civiles y políticos, y de los numerosos instrumentos internacionales sobre prevención de la discriminación.
Reconociendo las aspiraciones de estos pueblos a asumir el control de sus propias  instituciones, formas de vida, de su desarrollo económico, mantener y fortalecer sus identidades, lenguas y religiones; dentro del marco de los Estados en que viven.

A los pueblos en países independientes, consideradas indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitan en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización por el establecimiento de las actuales fronteras estatales y que cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas de los "pueblos".


                   Ángel Quispe Lima