FIN DE LA RELACIÓN
PASIONAL, FIN DE LA RELACIÓN AMOROSA... Y DE PAREJA.
A una pareja los une “la relación pasional”. Y cada uno,
reclama la “satisfacción sexual”,
quieren que sea recíproca entre ellos, la mujer no sólo accede, sino, quiere la
relación y exige el orgasmo en ella, mientras que el hombre sorprendido, se
adapta a esas necesidades femeninas.
La mujer moderna, exige y hace uso de su derecho a una
sexualidad plena, tal cual como el hombre.
Pues la pasión es
lo que une a la pareja. Los cónyuges se sostienen sobre esta relación, es como
un imán que atrae a ambos; pero, desafortunadamente no durará mucho, pues
cuando se consuma este fuego pasional pondrá en peligro a la relación conyugal.
Quienes creen que la relación amorosa durará para siempre
son los que sentirán abruptamente estas crisis terminales. Probablemente
algunas personas apostaron al amor con
su conyugue cuando en realidad estaba el juego el goce, la satisfacción, el
placer de cada uno de ellos y cuando eso se desvanece, se apodera el
sentimiento de sufrimiento y de angustia; Pues éste malestar induce a que el
sujeto reinicie una nueva búsqueda con otra persona.
Una familia que trata de mantener el matrimonio con
cierta estabilidad, tiene su principal enemigo; el “deseo sexual”. Pues éste
origina conflictos en el matrimonio, por que bien sabemos que nunca está
satisfecho y siempre está en esa búsqueda permanente para su total
satisfacción. Pues; no hay un final, ni una última vez, que nos contenga.
La pareja, la familia, las instituciones sociales que
invocan la fidelidad en el matrimonio se tropiezan con la inevitable demanda de
la sexualidad, con su principal fuerza impulsora, que es el goce, generando malestar
individual y en la pareja.
Frecuentemente, las parejas se separan por que la
presencia de una tercera persona estimula al sujeto a satisfacer su “deseo
sexual” con otra que no sea su pareja.
Entonces, el sujeto tiene que optar por reprimir ése “deseo
sexual” en beneficio de la “familia”. En consecuencia, se manifiestan los
conflictos y la primera señal es la irritación con su pareja en forma
injustificada.
Es evidente que los síntomas de: La angustia de encierro,
opresión y depresión con sensaciones de falta de libertad, podría ocasionar un
acto de infidelidad y ante la presencia de un/una amante, podría originar el
fin de la relación conyugal y de producirse ésta ruptura, aliviaría al sujeto.
Sin embargo; en la persona que sufre el abandono ante esta
separación se apodera el sentimiento de soledad y desamparo, es un duelo que
tiene que afrontar por la pérdida de su cónyuge y que después, una vez superado
se iniciará la búsqueda de una nueva relación amorosa.
Angel Quispe Lima.